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Llegaste en medio de la noche que llovía, que se derramaba sin culpa, su alma negra y viscosa sobre las cabezas demasiado serias de las casas. Yo estaba hecha un bollito en mi cama viendo cómo la sombra líquida cabalgaba en mi ventana, la besaba sin cesar y no se iba nunca, sus grandes brazos membranosos y su voz de madre milenaria. Llegaste empapado de noche y me diste una sonrisa y un beso, los dos llenos rebosantes de beso, de sonrisa, y de agua oscurísima que te cubría.
Yo sabía que no podía ser, que no estabas ahí. E hice té para los dos, en tazas grandotas como debe ser cuando llueve noche tanto así. Yo estaba feliz, por eso en las paredes crecían víboras verdes y amarillas que florecían enormes, jugosísimas, y a veces teníamos que correr la cabeza para que no nos hicieran cosquillas. Vos tan callado, por qué.
Bueno, porque en verdad no podía ser, no era entonces, y seguro cada gota de tu piel con olor a recuerdo, cada segundo de tu sonrisa que dejaba crecer las mariposas de mi estómago, todos y cada uno de los cuadros de tu movimiento, eran yo. Porque nadie podía haber acá que no fuera mi tiempo, este cuerpo mudo mirando la lluvia.
Entonces vos sonreíste menos. Como en los recuerdos más cercanos, y yo te volví a extrañar aunque estabas ahí y me mirabas y tu mirada me estrangulaba el adentro hasta romper algo, no sé cómo se llama, eso que se rompe siempre y me hace llover sobre la cama. Y dejé de estar feliz pero igual nos serví el té porque si no se enfría. Te pregunté cosas. Y respondí por vos. Te pedí que me contaras de nuevo todo, los partidos de fútbol en el barrio, el Lucas y Cafú y el Rulo y la Rulito y todo, y la murga, la mudanza, crecer, y todo. Porque en tu voz se dormían mis mariposas para no morirse tanto, aplastadas por el tiempo que llovía adentro y las ahogaba sin preguntar.
Te dije te extraño. Y me preguntasté (pregunté yo) por qué las cosas no eran más fáciles y sólo te buscaba en la biblioteca como esa vez, te daba un beso sorpresa y éramos felices para siempre y cantábamos canciones de sui generis que no importa nunca repetirlas así que sí podía ser para siempre. Respondió el recuerdo por mí. Mis palabras todas y tus últimas palabras. Y entonces junté valor para decir:
Porque extraño más tu alegría que tu compañía.
Algo se rompió adentro. Otra cosa. Una que no llueve. Y que no hace ruido.
Entonces levanté la vista y no estabas más, nunca habías estado, sólo el sonido de la noche cayéndose desde alto sobre el barrio. Así que te extrañé más. Mucho más, porque se derramaba tiñendo todo el futuro de extrañarte, se derramaba, toda el agua del mundo, todas las noches del mundo que llovían al mismo tiempo, casi en silencio y me hacían mirar cómo no estabas más sobre la silla mojada.
Me dio pena por las mariposas, que no habían tenido tiempo de cansarse porque las matábamos siempre, aunque fueran lo más hermoso de la vida. Me dio pena sobre todo porque no entendían, me miraban con los ojos lánguidos de angustia cuando yo entré a mí con el cuchillo y empecé a picarlas una por una, aunque eran miles.
A veces saco un retazo de tu voz que tengo guardado en la almohada, y las cubro con eso para que se duerman y sobrevivan. Pero no sé si vuelen de nuevo. Les hice muy mal las alas. Y eso que se rompió (lo segundo, lo que no llovía) no lo pude arreglar nunca. Sólo espero que no haya sido la felicidad.

5 comentarios:

Me encantó...
Ya sé que no te hace falta más agua, pero te dejé un par de lágrimas mientras leía.

8:46 PM  

aawwwww. que lindo... (L)

pero es muy triste...

mm creo q me gusto por eso :(

mmm voy a leer otro.

pero si no es igual de triste, no me va a gustar.

7:37 PM  

Me gustó tu cuento en la lluvia y en las lágrimas... me hizo acordar a las noches de nostalgia y vacío inexplicable en que todos nos acompañábamos a sentirnos solos.

En fin, yo aquí ando caminando por la vida, traduciendo pasos repetitivos, mensajes que nunca llegan y una mirada fría en los ataques más asesinos y los gritos de desesperación jamás escuchados: o sea, escribiendo mi historia. Besos

5:55 PM  

es bonito
vuelvo

3:21 AM  

muuuy hermoso.
muy triste y hermoso.
me gustó que se entrometían objetos y personajes casi imperceptiblemente pero que llenaban la escena
"...Yo estaba feliz, por eso en las paredes crecían víboras verdes y amarillas que florecían enormes, jugosísimas, y a veces teníamos que correr la cabeza para que no nos hicieran cosquillas..."
hermosamente escrito. se ve la lágrima en cada línea, y eso le da peso extra.
abrazo

4:01 AM  

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