tag:blogger.com,1999:blog-345207822024-03-12T18:31:46.305-07:00Habitantes del AguaEstos cuentos son una amenaza hídrica. Y hace tanto que están, que tengo los dedos arrugados de escribirlos.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.comBlogger20125tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-32125054521140349792010-01-18T19:58:00.000-08:002010-01-18T20:30:53.090-08:00el oído se me llena<br />como si la boca del agua susurrara en mí<br />el oleaje se inmensa grandemente<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">...........................</span>y grandemente me hunde<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.......................................................</span>me ensangra<br /><br /><br /><br />Abajo del mar hay cosas<br />Lucas estás vos, pero no estás, como si debajo del agua sólo existiera el deseo, inmaculado, prístino deseo de vos, que tiene igual tu cara<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">...............................</span>es una cara sobre tu cara<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">........................</span>es una espalda sobre tu espalda<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.............................................</span>igual<br />estás ahí deseo<br />y a mí el agua se me hace tan difícil<br />tan difícil de llevar<br /><br /><br />pero me dejo<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">..</span>llevar<br />a tus ojos si me vieras estaría demente<br />a mis ojos lo estoy -el deseo me consume<br />la demencia me consuma<br />y a mí el agua se me hunde<br />tan difícil de llevar<br /><br /><br /><br />al oído me lo llenan los mares<br />en las manos la marea se epilepcia<br />y al cuerpo igual sobre tu cuerpo que me llevo a dormir bajo las aguas<br />nunca nunca se muere de asma<br />pero mojado se vuelve<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">......................</span>tan difícil de llevar<br /><br /><br />Con todas estas estrofas<br />lo que trato de decir es que es el agua<br />que susurra el océano en mi oído<br />mientras me pone un pie en el pecho<br />y que adentro me desenvuela el peso muerto de vos<br />del deseo de vos<br /><br /><br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">.....</span>me consume lo inconsumable<br /><span style="color: rgb(255, 255, 255);">......................</span>el tan difícil peso de llevar.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-37494750424770119462009-10-07T19:58:00.000-07:002009-10-07T20:21:07.650-07:00Emperansíalo otro: la vida<br />cuando soy razón.<br />el ojo infarto del caballo que me llueve en el fondo del mar<br />la piel ni se entera<br />pero no por eso llueve menos<br />ni más tampoco.<br />Tengo paciencia.<br /><br />lo otro: éllx<br />cuando mi mano y la tuya se besan<br />confían suicidar al abismo.<br />cuando soy nuestro tesoro matriz<br />los versos se rebalsan de blancos enormes-<br />(el signo extranjero que en todo habita).<br />Parasiempres.<br /><br />lo otro: allá<br />cuando enraízo, prendo diría, en la aguacuna<br />en acá embebido de sol y pulso<br />las letras que con sangre entraron<br />y algún soplo presentido que<br />se escapa fuera de la voz<br />te dicen: pampa<br />madera. polvo.<br />Cuando prendo.<br /><br />lo otro: vos<br />cuando me fijo y el adentro es inmenso<br />éxtasis de pieles y neurosis insomnes<br />dignísimas torturas simultáneas<br />el día me vive con placer<br />mientras<br /> lo uno existe fuera<br />yo ni se entera, pero no por eso<br />el mundo se acaba ni decrece.<br />La cita está pronta.<br />Nos tengo paciencia.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-11283500843920553892009-03-04T13:03:00.000-08:002009-03-04T13:55:03.790-08:00Llegaste en medio de la noche que llovía, que se derramaba sin culpa, su alma negra y viscosa sobre las cabezas demasiado serias de las casas. Yo estaba hecha un bollito en mi cama viendo cómo la sombra líquida cabalgaba en mi ventana, la besaba sin cesar y no se iba nunca, sus grandes brazos membranosos y su voz de madre milenaria. Llegaste empapado de noche y me diste una sonrisa y un beso, los dos llenos rebosantes de beso, de sonrisa, y de agua oscurísima que te cubría.<br /> Yo sabía que no podía ser, que no estabas ahí. E hice té para los dos, en tazas grandotas como debe ser cuando llueve noche tanto así. Yo estaba feliz, por eso en las paredes crecían víboras verdes y amarillas que florecían enormes, jugosísimas, y a veces teníamos que correr la cabeza para que no nos hicieran cosquillas. Vos tan callado, por qué.<br /> Bueno, porque en verdad no podía ser, no era entonces, y seguro cada gota de tu piel con olor a recuerdo, cada segundo de tu sonrisa que dejaba crecer las mariposas de mi estómago, todos y cada uno de los cuadros de tu movimiento, eran yo. Porque nadie podía haber acá que no fuera mi tiempo, este cuerpo mudo mirando la lluvia.<br /> Entonces vos sonreíste menos. Como en los recuerdos más cercanos, y yo te volví a extrañar aunque estabas ahí y me mirabas y tu mirada me estrangulaba el adentro hasta romper algo, no sé cómo se llama, eso que se rompe siempre y me hace llover sobre la cama. Y dejé de estar feliz pero igual nos serví el té porque si no se enfría. Te pregunté cosas. Y respondí por vos. Te pedí que me contaras de nuevo todo, los partidos de fútbol en el barrio, el Lucas y Cafú y el Rulo y la Rulito y todo, y la murga, la mudanza, crecer, y todo. Porque en tu voz se dormían mis mariposas para no morirse tanto, aplastadas por el tiempo que llovía adentro y las ahogaba sin preguntar.<br /> Te dije te extraño. Y me preguntasté (pregunté yo) por qué las cosas no eran más fáciles y sólo te buscaba en la biblioteca como esa vez, te daba un beso sorpresa y éramos felices para siempre y cantábamos canciones de sui generis que no importa nunca repetirlas así que sí podía ser para siempre. Respondió el recuerdo por mí. Mis palabras todas y tus últimas palabras. Y entonces junté valor para decir:<br />Porque extraño más tu alegría que tu compañía.<br /> Algo se rompió adentro. Otra cosa. Una que no llueve. Y que no hace ruido.<br /> Entonces levanté la vista y no estabas más, nunca habías estado, sólo el sonido de la noche cayéndose desde alto sobre el barrio. Así que te extrañé más. Mucho más, porque se derramaba tiñendo todo el futuro de extrañarte, se derramaba, toda el agua del mundo, todas las noches del mundo que llovían al mismo tiempo, casi en silencio y me hacían mirar cómo no estabas más sobre la silla mojada.<br /> Me dio pena por las mariposas, que no habían tenido tiempo de cansarse porque las matábamos siempre, aunque fueran lo más hermoso de la vida. Me dio pena sobre todo porque no entendían, me miraban con los ojos lánguidos de angustia cuando yo entré a mí con el cuchillo y empecé a picarlas una por una, aunque eran miles.<br /> A veces saco un retazo de tu voz que tengo guardado en la almohada, y las cubro con eso para que se duerman y sobrevivan. Pero no sé si vuelen de nuevo. Les hice muy mal las alas. Y eso que se rompió (lo segundo, lo que no llovía) no lo pude arreglar nunca. Sólo espero que no haya sido la felicidad.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-17736622820791485342009-02-10T03:12:00.000-08:002009-02-10T03:54:52.167-08:00Pekín - Ficción (fragmento de)Una vez más entiendo que la sabiduría popular es a grandes rasgos siempre cierta, y para mí siempre falsa. Pero no importa lo contundente que sea su error: cuenta con la prepotente impunidad de ser, efectivamente, popular.<br /> Por esto mismo, si para ella equivocarse una vez es condenable<br />y equivocarse dos veces es enojoso,<br />Tres veces crea una serie y por lo tanto ya es piscopático.<br /> Podríamos suplantar el dicho "no hay dos sin tres" por "no hay tres sin infinito". Y yo usaría el adjetivo "perfecto". Pero claro, soy yo. No todos.<br /> Así que acá estoy, escribiendo líneas y líneas nomás porque te extraño y la sabiduría popular dice que tengo que remacharme la boca y masticar esas palabras hasta que la saliva y la dura sanción de los dientes las vuelvan ilegibles. Y lo escribo acá porque es como si lo graffiteara en una pared en Pekín: todos sabemos que nunca vas a llegar hasta Pekín. Y en caso de que lo hagas, sería por una serie de casualidades mágicas, pero tan tan mágicas, que no podríamos dudar de su carácter destínico y revelador. El mensaje revelado sería algo como "No, no se queden tranquilos: tengan problemas". Acaso para los Dioses seamos una novela de la siesta.<br /> En fin, escribo acá para que los pekineses que pasen y lean no entiendan o les desimporte, y yo pueda entonces decir sin decirte, callar sin callarme.<br /> Te extraño.<br /> Ya está. No, mentira, no alcanza. Nunca alcanza. Me da bronca tener las manos llenas de palabras rojísimas, vivas, hermosas para vos, llenas de tu nombre y los momentos que nos cambiaron la fuckin vida... y saberte lejos, errante y melancólico, desprotegido tu amor frente a la interperie de mi silencio.<br /> Anoche me dormí pensando en escribir esto. Salvó mi memoria una frase clave: me muerden la panza las ganas de verte. Y, ya hundida en el sueño de muchas horas, volví a decir la frase. A decírtela. Y.. agh, no, tengo que explicarte todo.<br /> Para resumir, la hora correcta, la que me marca que todo va acording to the plan, son las que repiten el número de la hora y el de los minutos. Por ello mismo, puse el despertador a las siete y siete (las ocho y ocho habría sido ya demasiado tarde). Eso hizo que la musiquita tririririn-tón sonara justo en medio de un sueño que tuve con vos, y era correcto, tuvo que ser así. Porque de otro modo soñarte toda la noche habría sido en vano.<br /> Así que me desperté y todavía caminaban sobre mi cara muchas cosas, me muerden las ganas de verte, los mil detalles del momento en que te agarré la mano y después la solté porque estaba mal. Pero no puedo recordar qué era lo que estabas contándome.<br /> Igual retomo. La sabiduría popular que dice que uno busca a alguien más cuando está mal con su pareja, se equivocó. Mirá. Estoy muy bien; aunque me cueste decirlo soy feliz. Él sigue pareciéndome la persona más hermosa de todo el mundo, lo que significa que el Amor llena mis ojos todavía. Pero *cueeeec* (sonido de error): ¡te extraño igual! Finalmente florezco, sonrío con la cara al sol... pero no puedo terminar de entenderme, porque tu nombre me muerde la panza.<br /> También se equivoca tu sentido común que reza: "si te pasa eso es porque me Amás" o "es porque tenemos que estar juntos". Mal. Inexacto. Eso no va a pasar y voy a luchar con garras y dientes para que tu sentido común sea una tontería, un espejismo, una ficción más.<br /> Bueno, sí, te extraño tres. Pero estoy muy segura de que quiero que seamos sólo amigos. Y también, que me encanta enamorarnos. Y que las dos anteriores son incompatibles. Y que estoy siendo sincera. Es que la realidad (o mi mente, lo mismo da) es un mecanismo complejo. No, más complejo que eso que te imaginás ahora. Siempre más.<br /> Y retomo: si somos la novela de las tres para los Dioses, pues me jacto de ser un personaje mucho mejor que todos aquellos que desfilan por nuestros televisores. Y vos también, tan hermoso, sos tan hermoso. Y mi Amor, mi ángel, por supuesto: el más bello de los hombres sobre esta Tierra.<br /> Equivocarse tres veces es perfecto: un desastre total. Por eso hago lo correcto y me callo sin callarme, te digo sin decirte. Que la tercera vez es la vencida, pero igual es la mejor.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-41564348915285092722009-02-08T12:11:00.000-08:002009-02-08T12:24:40.258-08:00Poema interrumpido por la cartasobre los ejes perpendiculares del tiempo y mi cuerpo, dibujás tu partitura<br />vals de rojos telones sobre el agua al pie de las butacas.<br />Me canso nunca de verte nadar<br />como si me creyeras cuando te digo que soy el océano el agua toda la matriz del universo<br />y quiero pero no puedo decir pido gancho<br />dejame un minuto para pensarme pero no porque la obra empezó y debe continuar<br />pero dejame<br />no<br />un segundo<br />.No.<br /><br />Y así voy floreciendo a mansalva, estigma del poeta que se descubre mujer,<br /> y encima feliz.<br />Ya la luz no destruye los brotes de mi piel reverdeciente. A quién voy a echarle la culpa de los poemas de sauce y lluvia<br /> A quién si no puedo nombrarte. Mirá esta hoja manchada de impotencia y desasosiego. Mirá cómo patinan las formas y se desarman hasta difuminarse los bordes rotosos<br />Es que el mundo se llenó de Agua (sentí, en los pies), toda la que estaba adentro y que se fue porque ya no la necesito para creerme el mar. el océano. el universo todo abrazando planetas misteriosos.<br /> Pero esta vez no me ahogo, crecí: chapoteo<br />mirando hacia el pasado cómo quebré todas las palabras que ahora podrían servir para decirte. Cómo manché a los ángeles con nombres cobardes, a los monstruos con fantasía épica, al Amor con tiempo inútil y áspero. A la felicidad con color blanco y un vestido melancólico que ni siquiera logró soñarte.<br /> Cómo voy a escribirme si no sé quién soy. Si tus caprichos son planetas que deforman la dirección de la luz. Después. Después nada. Intentar esta carta sin lograrla porque no hay nada que decir. Porque no necesito nada.<br /> Excepto que llegues ya a casa, y que nunca te hayas muerto.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-59344948190266271942008-12-12T10:07:00.000-08:002008-12-12T10:22:24.459-08:00(El comienzo de un algo) Mi miedo es que no me creas<div> Sea verdad o mentira, qué bah, eso no existe,</div><div> el miedo es fallar hacia el pasado.</div><div>que un día me digas, como él, BASTAMECANSÉDECREERTE</div><div>mis ficciones son difíciles, lo sé</div><div> Ser sincera (decir lo que quier decir) me convierte en una mujer... difícil. Una mujer de ficciones difíciles.</div><div> Cuando conozca a alguien, diré</div><div> Hola, soy María, mis ficciones son difíciles, si Ud. pretende sinceridad y convivencia.</div><div> Hola, soy María, mi nombre podría ser otro, cualquiera excepto Dolores, lo importante es que le haré daño.</div><div> O seré mentira.</div><div> O seré difícil. Difícil. Difícil.</div>María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-21664144300413434432008-02-07T18:22:00.000-08:002008-02-09T21:10:49.763-08:00y saltó de la cama aunque fuera de madrugada aunque sus pies hicieran demasiado ruido aunque los músculos gritaran de bronca.<br />Aunque la casa tuviera las luces tan apagadas.<br />Saltó de la cama hacia el espacio demasiado vacío del resto del mundo, el camino hacia la casa de Lany que empezaba en las baldosas frías del dormitorio y terminó, esta vez solamente, en el parquet del comedor de ella.<br />¡Dios, qué susto! ¿Cómo entraste?<br />No sé, entré. Tenía que hablarte.<br />¿Cómo entraste? ¿Estaba abierto?<br />Necesito decirte algo. Mientras dormía, el pelo de Marián tocó mis manos. Me desperté por eso. Necesitaba decírtelo. Necesitaba contarle a alguien. A alguien despierto.<br />Lany suspiró y fue a hacer café. Aunque fuera de madrugada, aunque tuviera frío, aunque todavía los diálogos de lo que había estado soñando no pararan de hablar.<br />El pelo de Marián tocó mis dedos ¿entendés? ¿vos te acordás de cómo era? Yo no. Yo no me acordaba, y eso prueba que no lo inventé.<br />Lany lo miró a través de los lentes y se preocupó un poco.<br />¿Vos te acordás de cómo era su pelo en tus dedos?<br />No, no me acuerdo.<br />¿Ves? Está viva. No puedo creerlo. No sé qué voy a hace ahora que está viva.<br />Ella sabía que no tenía que decirlo, pero igual...<br />Franco, lo soñaste. Estabas durmiendo.<br />¡Pero lo sentí! ¡Lo sentí, lo sentí, me desperté por el tacto! ¡reconocí una sensación perdida, eso no es soñar! ¡Es mucho más que soñar!<br />Decime ¿vos pensás que Marián se metió en tu casa del mismo modo misterioso en que vos te metiste en la mía, tocó tus dedos con su pelo y se esfumó?<br />No sé. Lany, Lany... nada más sé lo que sentí. El pelo de una mujer viva, de una Marián hoy, de un cuerpo caliente y hoy y con ayeres y todo. No sé. No sé...<br />Lloraba.<br /><br />Salir de la casa de Lany siempre era un acto de pura estupidez, aunque ella no parara de mirarlo con pena, aunque las reglas de la madrugada no le permitieran gritar, aunque el café siempre estuviera un poco frío. Irse de allí era una tontería. Afuera, entre los infinitos caminos que se trenzaban con la noche, no había nadie más. Nadie despierto.<br />Pero los pies seguían alejándolo del abrazo de Lany, escalando baldosas de color de noche, hacia ninguna parte. Le pareció que lo llevaban hacia la casa de Pablo, pero no estaba seguro. Estaba oscuro y Pablo se había ido hacía ya bastante tiempo.<br />Siguió caminando igual, pero era lo mismo porque él no se llevaba. Seguía en su habitación mirándose las manos vacías, no entendiendo, queriendo llorar porque Marián no estaba ahí y su recuerdo le quemaba como brasa en las manos y el pecho, en los oídos y los labios, en las piernas, en el cuello, en toda la superficie de los ojos. Seguía en su habitación, hasta que de pronto sus pies lo habían llevado a la puerta de la casa de Pablo.<br />Cuando la mujer asomó por la ventana, sosteniendo la bata con las manos, él no recordaba si había tocado el timbre o la puerta o nada. Ésta se abrió segundos después y ella lo hizo pasar sin hacer preguntas. De hecho, no habló hasta que Franco no tuvo una taza de té caliente en las manos y los ojos acostumbrados a la luz naranja de la lámpara. Y lo que dijo ni siquiera fue una pregunta.<br />Pablo se fue. Hace casi tres meses me dijo que había conseguido trabajo en Córdoba y que ya había sacado los pasajes. Y que no lo llamara hasta que no llamara él.<br />Franco necesitaba que ella dejara de decirlo. Necesitaba hablar de verdad, para no volver a la habitación y la brasa y los cabellos de Marián. Sabía que una mujer que suspira a la madrugada no debe ser ignorada, pero no quería irse. Quería hablar. Y quedarse donde sus pies.<br />Esta noche pasó algo. Marián está viva. Lo sé porque me despertó el roce de su pelo en mi mano.<br />No había venido a preguntar si sabía algo de ella. Tampoco estaba buscando a Pablo. La mujer entendió sin que él se lo dijera, ella necesitaba lo mismo.<br />La ausencia se hace honda a medida que vas quitándole esperanzas.<br />Y nada más hizo falta decir. Y otra vez sus pies se hallaron en la vereda fría que se tenzaba en caminos. Y otra vez sus manos se despertaron con el tacto de Marián. Marián tibia, perfumada, viva, y distinta.<br />Esta vez sus pasos persiguieron la luz. A medida que iba acercándose al centro, la vida nocturna de la ciudad lo iba picando. Las luces de la calle, el ruido de una moto, el ladrido de algún perro callejero, como bichitos iban comiéndose la habitación y dejándolo de nuevo en la calle, sobre sus pies que caminaban sin rumbo.<br />Hasta que el sonido estridente del celular lo obligó a preparar la voz para que no se oyera quebrada cuando dijera<br />Mamá.<br />¿Dónde estás? Me asusté... me levanté al baño y entré a tu pieza para ver si estaba todo bien, pero no estabas. No estabas en ningún lugar de la casa. Tu papá está preocupado... ¿dónde...? ¿Cómo te vas a ir así, sin avisar? ¿Dónde estás?<br />Mamá, estoy... no sé, en una plaza, en la plaza. Mamá... pasó algo<br />No podía evitar que su voz volviera a las profundidades de la ausencia, aunque ya hubieran pasado horas, aunque otra vez el recuerdo del tacto de Marián se disolviera, aunque sintiera a su madre contener la respiración al otro lado de la línea.<br />Anoche sentí algo. Me desperté, sentí el pelo de Marián sobre mis dedos...<br />¿Soñaste con ella?<br />¡No, no soñé! Lo sentí de verdad. Estuvo ahí, sobre mis dedos, el pelo de ella. Me acordé de cómo era eso, me...<br />Mi amor... ¿te fuiste por eso? Por favor volvé, hablamos acá en casa.<br />No puedo, Ma... esto significa que Marián sigue viva, no puedo quedarme en casa, necesito hablar, pensar... necesito entender...<br />Pero Franco, mi vida... Marián no se murió, vos sabés.<br />El tono de ella hasta le dio un poco de miedo.<br /><br />Sobre las casas se alcanzaba a ver el celeste del día, y Franco se había sentado al pie de la estatua de San Martín. Esperaba. Aunque las esperanzas sólo hubiesen hendido la ausencia que había en él. Aunque Lany y su mamá y otra mujer increíble creyeran que tenía que irse a casa y dormir. Aunque las brasas del dormitorio lo quemaban cuando cerraba los ojos, y el frío de la ciudad lo empañaba cuando los abría. Aunque no sabía qué estaba esperando, esperaba. A Marián, tal vez.<br />Lloraba.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-38977168603085289702007-09-17T10:05:00.000-07:002008-01-20T15:00:45.804-08:00No hay horas póstumas (primera parte)Lany se muere, y de la brusquedad de su no-presente nace un siglo, como una cinta larguísima, un brote absurdo de hiedra. Lany acaba de morirse y ya el invisible siglo sale del útero de la nada a devorar lo que queda de ella; lo único que queda: el pasado. Con la paciencia que le otorgan cien años de ventaja se arrastra hasta llegar a mi cuerpo crispado. Lany se murió hace apenas un minuto y ya siento la caricia filosa del siglo que me roza con una lentitud casi perversa. Tiemblo. Cerrar los ojos es lo mismo. Tratar de despertar a Lany es lo mismo. El siglo está al lado mío y me muerde.<br />Lany se tornó nada de pronto; un agujero negro que poco a poco se comerá a todos los ojos que la han visto. Ya siento el raso invisible del siglo neonato que sube por mi espalda y comienza el canto lúgubre de entender la nada, de aceptar un nunca más.<br />Todos los recuerdos de Lany se agolpan en mi mente. Tal vez, si creyera que es mi forma de vencer el vacío, al fortísimo siglo que ahora me aprieta la garganta, sería un poco más feliz. Pero sé que las imágenes chillan porque están muriendo. Que la súbita revolución en mi mente no es más que el índice de una inminente desaparición. Ay, Lany, ay... qué inútil va a parecer luchar cuando ya tus ojos helados queden fuera de mi vista.<br />Tratar de acordarse de Lany ahora es como intentar abrazar el mar con un gesto. Con los ojos del siglo clavados en mi nuca recorro imágenes. Acaso él las devore apenas las pierdo de vista, no lo sé, no puedo volver atrás para constatar. Tengo que confiar, como Orfeo. Aunque siempre pensé que si Orfeo cumplía Hades iba a traicionarlo. Lo cierto es que mis ojos no se apartan de Lany y el siglo que le lame la piel tibia, y al mismo tiempo no los veo, recuerdo cosas,<br />una noche con Lany en la terraza de un edificio<br />la forma particular en que le sonreía a su mamá<br />el lunar en el pie izquierdo de Lany<br />la lista de apellidos que había dibujado en un gran árbol genealógico detrás de su cama<br />cómo se veía a los seis años sin un diente<br />Lany cantando <span style="font-style: italic;">Desarma y Sangra<br /></span>Lany a punto de llorar<span style="font-style: italic;"><br /></span>Lany desnuda en la semioscuridad, pensando en algo inalcanzable<br />Y cuando ya casi estoy por alcanzar la totalidad, la esencia de Lany, ese aura que la define y que tengo que retener para siempre en la memoria como única alternativa de salvar a Lany del olvido, el siglo habla<br />dice: Eso te lo inventaste.<br />Y en el gesto por refutarlo se me pierde la idea. Ya está, muy tarde.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-2002887690104944562007-06-26T21:25:00.000-07:002007-06-26T21:43:54.144-07:00ResquicioSiempre me ha costado identificar el límite de la cordura, de lo razonable, por no decir lo racional.<br /> <br /> Un día todo es claro. Fulano mata a su madre, y todos estamos de acuerdo en que es una locura o en que no es cierto: las dos únicas respuestas posibles. Pero después...<br /> <br /> Anoche se cortó la luz. Se hizo un silencio, y me encontré sentada en medio de la oscuridad con la tijera en la mano. Recordaba tenerla también un momento antes, sí, pero eso había sido distinto. No es lo mismo sostener una tijera en la oscuridad.<br /> <br /> Un día todo es claro, pero después la penumbra difumina los límites. Y sin embargo hay una lógica, una razón subterránea que te acaricia el pelo y te dice sí. No es sinestesia si la oscuridad repentina cambia el tacto contra el metal. Se llama de otra forma, de esa forma con la que nombramos las cosas que están fuera de las fronteras marcadas. Y es la misma inocencia que dibuja la inmovilidad. Pero cuando hay luz...<br /> <br /> No son las mismas mis manos si no quedan a la vista. Y no importa cuánto rediseñe su estructura: la oscuridad las refugia frente a la sana vigilancia que ejerzo.<br /><br /> Anoche se cortó la luz. Todos estaban en las piezas y mi papá vino a la cocina a buscar más velas. Yo no dejé de temblar hasta que iluminó mi rostro hermético con el encendedor y me dijo:<br />- Tu figura es... espeluznante.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-1627004140087692682007-05-03T20:35:00.000-07:002007-06-26T22:18:14.223-07:00Plegaria de una asesinaSi esta carta alguna vez huyera de mis manos, si gritara desesperada y me arrancara las uñas, si la sangrara completa y yo pudiera dejar de reescribirla. Si existieran palabras para decirte que mi amor no son los ojos, pero el temblor de manos de cuando entiendo. Si por un solo segundo pudiera secuestrar mi cuerpo y pedirte que te vayas. Pero no. Sigo acá, híbrida de mí y la muerte.<br /> Si pudiera algún día vivir, viviría sólo un día. El mismo que sueño siempre y que reposa en los asesinatos diurnos. El día en que decido el Destino: morir antes o morir después, y el Universo acaba y podemos ya despedir la existencia cíclica.<br /> Yo no quería morir a tus manos, y por eso fui ella, te ofrecí volverte Orestes antes de Agamemnón en este mundo moderno. Si pudiera contarte cómo elegí que me mataras vengándote y no morir juntos en una derrota tristísima. Si descifrara un segundo el códice primero, el incunable, el temblor que anuncia que volveré a matarte porque elegí el después, o porque Ella me dijo y yo no quería estar muerta para siempre. Pero no, sigo acá, híbrida del temblor y un silencio.<br /> Si esta carta alguna vez fuera escrita, si lograra volverme su rehén y dejarla que escriba sobre mis huesos. Si pudiera extrañarte y dejar de asesinarte, y abrazar tu nuevo cuerpo y creer en Dios de nuevo y ser tuya. Si descosiera lo muerto de mí y liberara mi boca para decirte que te vayas. Si en uno de los principios aceptara el Oráculo y me sentara a esperarte suicidarme, en vez de sufrir la tragedia fatal que me sigue desde que Edipo fue mi cuerpo y otro el crimen. Si entendieras el temblor clave de mis manos cuando entiendo y significa el amor grande y terrible de no querer matarte y saberlo inminente. Si supieras que cada vez que te pido perdón te he matado siete veces antes siquiera que quisieras arrancarme de la vida.<br /> Si alguna vez entendiera qué trato de decir con esto; si aprendiera a leer el símbolo grave de mis lágrimas de risa, si esta carta de nada desbordara alguna vez el antro virtual de mi piel… sabrías que no te engaño, que lo más importante está en boca de todos, que me drogo para estar dormida cuando decidas matarme. Me sabrías, sabrías el temblar las manos de miedo ancestral miedo enmudecido de miedo. Sabrías que todo lo demás es dibujar sobre el cadáver del destino, tratar de borrar tu nombre sin entender que todos son el tuyo. Pero no. Seguís acá, híbrido del pánico y la sonrisa cómplice. Híbrido de vos y yo, esta carta, las palabras que no entiendo. Porque el Oráculo no puede ser evitado.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-43205678570206958342007-03-07T19:29:00.000-08:002007-03-07T19:30:35.193-08:00InsomnioMe despierto en medio de la noche, y lo primero que me desespera es que otra vez esté despierta y el sol no haya salido todavía. Puta madre, con lo que me costó dormirme, horas de revolcarme entre las sábanas y pensar en cualquier cosa y desear que aparezca el sueño y me lleve antes que empiece a llorar otra vez.<br /> Así que me despierto y empiezo a desesperarme de nuevo. Pero es peor que antes de dormirme, porque ahora soy presa de un medio-sueño en que no tengo control de mi lógica, así que empiezo a hacer razonamientos alucinatorios. Lo raro es que sé que mis impresiones son causadas por el sueño, pero no puedo evitarlas, y voy cayendo con ellas, desesperándome cada vez más, descubriendo universos metafísicos con que no contaba, desesperándome, sé que no tengo que pensar eso, pero es verdad, es verdad, qué puedo hacer.<br /> Me despierto en medio de la noche, y estoy un nivel más arriba. No soy consciente sólo del cuerpo-mente María, sino también de dos o tres más. Somos uno. Soy yo, la misma, el mismo. Pero me despierto en el cuerpo de María y me desespera el destino de aquellos entes sin conciencia de mí, que vagan por ahí y no saben que éste cuerpo se acaba de despertar otra vez en medio de la noche y necesita ayuda.<br /> Trato de decirles, ey, tengo que volver a dormirme y volver a ser todos, pero me desperté y estoy encerrada, en la cama, en la noche, en este insomnio insoportable que me hace revolverme, abrir los ojos desesperada, respirar con dificultad.<br /> Trato de volver y decirles, eu, estoy tan mal, ayúdenme a salir, y soy de pronto ellos que no me escuchan, soy el oído que me ignora. Ay, por favor, tengo que dejar de pensar así, esto es ridículo, está mal, esto está muy mal. Tengo que dormirme ya para volver a nosotros para pensar con claridad.<br /> Un segundo que vuelvo arriba y después de nuevo yo, sola, María, la desesperación de poseer apenas un cuerpo de mujer angustiada, en una cama que ya no tiene forma ni sentido. Me desperté de nuevo, rayos, cómo voy a hacer ahora para dormirme, no tengo sueño pero tampoco puedo pensar. Mierda, tengo que dormirme ahora, tengo que salir de acá, de este agujero, esta sensación de encierro que me da náuseas y me quita el aire.<br /> La cama está toda desarmada, y cuando me incorporo a taparme de nuevo se vuela la única posibilidad de dormirme. Ay, no, cuándo volveré, cuándo podré Ser de nuevo, y salir de este cuerpo confinado a un espacio mínimo, incomunicado, chicos, ey, pero no me escuchan porque la conciencia soy yo y sé que no me estoy escuchando.<br /> Ay, Dios santo, tengo que al menos terminar de despertarme y calmar esta desesperación sin sentido. Puta madre, cuántas horas hace que respiro mal y quiero dormirme, necesito volver a tener el control, y no esta incomprensión que quiere volver a ser un solo cuerpo, volver a no entendernos como un ente.<br /> Cómo sucedió, cómo es que estoy en este agujero negro de angustia y llanto que no sale, perdí contacto con el resto de la gestalt, no puedo estar así, no tengo aire y además no tengo el resto de mí.<br /> Me despierto en medio de la noche y estoy escindida en dos conciencias: la que agoniza porque se sabe delirando, y la otra, que la carcome y la absorbe, la que me dice que somos más y que tengo que volver, que se desangra y sufre por el cuerpo que le falta y porque otra vez se ha despertado y estoy encerrada en esta chica que no respira y está sola, de noche, no se puede dormir…María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-4348387028755733302007-03-07T15:43:00.001-08:002007-03-07T15:43:58.338-08:00Contar la HistoriaEstás, te subiste al colectivo a las tres y media, sonreíste al chofer y te sentaste en un asiento vacío al lado de un chico. Le rozaste el brazo dos veces, supongo que te pareció interesante ese contacto casual, tan poético, tan fácil de escribir. Y la media hora del viaje se te pasó entre esos pensamientos, sí, vos decís que no te acordás pero fue así.<br /> Al bajar me viste sentado de espaldas en el bar, y fingiste que no era, que el corazón no se te había parado; te fuiste así nomás, como si no hubieras sabido que había llegado a la ciudad.<br /> Pero yo me di vuelta y te alcancé a ver. Como un imbécil te seguí corriendo, casi me pisa un auto al cruzar la calle, y llegué hasta vos justo antes que entraras al edificio. Entonces te diste vuelta –no antes de escucharme jadear al lado tuyo- y me miraste como si no me hubieses visto en siglos, como si no hubieras esperado verme, como si no hubieras sabido que había llegado a la ciudad.<br />- Hola –alcancé a decir, a falta de alguna otra palabra para expresar todo lo que pasaba en ese momento.<br />- Hola –respondiste e intentaste sonreír, lo juro, te vi intentar una sonrisa, como si todavía pudieras fingir que todo está bien como si la noche en que me gritaste no hubiera pasado como si no me hubieses dicho, entre llantos e hipidos:<br />- Te Amo, te Amo –<br />ni hubieras roto luego las botellas con los nudillos contra el suelo.<br /> Estás, me miraste con esa cara de nada, de qué increíble es verte de nuevo, como si no hubieras ido esa tarde a verlo a él para que te ayudara, a pedirle sin decirlo que se enamorara de vos, diciéndole nada, seduciéndolo con los ojos, estoy seguro. Me miraste de ese modo tan lejano, tan extraño, intentaste sonreír incluso, hija de puta, como les sonreíste a los dos, a todos, a todos los que pasaban frente a tu cara, para ver si había alguien más a quien pudieses chuparle la vida y dejarlo tirado.<br />- Te Amo –<br />y empezaste a llorar como yo debí haber llorado, como nosotros debimos. Pero no, esa vez fuiste vos, como siempre vos, llorás y después hacés cosas como la del colectivo o vas a y lo besás de nuevo con la excusa de que te estás despidiendo para siempre.<br /> Estás acá, adelante mío, y sé que hoy mismo antes de venir pensaste y te sonreíste mientras desayunabas con que ibas a verme, y yo te iba a perdonar como siempre. Pero –qué hija de puta- cuando viste que corría atrás tuyo no pudiste con la alegría y te sonreíste, no pudiste empezar a llorar así nomás; me viste en los ojos la rabia, sabías que una lágrima más no iba a servir para nada. Así que hiciste un asomo de sonrisa, pretendiendo que no había pasado nada, que no me habías dicho<br />- Sos el Amor de mi vida –y unos días después fuiste a besuquearte con aquel otro, a engancharlo para matarlo también, y esta vez sin palabras de amor, solamente un beso y un par de miradas te bastaron, cómo si eso no tuviera que significar nada, como si no supieras que él se iba a enamorar.<br /> Y estás acá conmigo, parece increíble que todavía no admitas las cosas que pasaron. Que sigas diciendo que es mentira, como si no supiéramos ya todos acerca de tu histeria y tus mentiras. Como si no fuera evidente para todos que estás acá y me mirás nada más porque te encanta que te haya perseguido, que sino lo hubiera hecho hubieses montado alguna de tus escenas dramáticas, vos no me creés, pero es cierto. Todos podemos ver mejor que vos cómo fue la historia, la historia que te trajo hasta acá, adelante mío, mirándome como si no hubieras ido ese día a cortarte la piel ante mis ojos para que viera cómo te había hecho sufrir, como si no te dieras cuenta que cada vez entendés menos de la historia ésta, como si no supieras que tenemos razón, la historia es como te la cuento, recién en el colectivo hiciste de nuevo lo que tanto nos costó a todos, lo hacés siempre…María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-47808089778262783282007-01-30T15:37:00.000-08:002007-01-30T15:38:13.283-08:00Viejo monólogo y anteojos de solMientras bajaba por la calle Reconquista, casi a los tropezones, iba repitiendo el diálogo que esa misma mañana había tenido con Kyosins. Había estado magnífico.<br /> Esquivó a una anciana que le cortaba el paso y se hizo a un lado para dar lugar a una familia que ocupaba casi toda la vereda. Tropezó apenas, miró a los lados, siguió su camino.<br /> Es que estás viendo una franja muy angosta; no todos somos iguales, no tenemos por qué ser todos iguales. Cruzó la calle para quedar a la sombra de unos siempreverdes. Vos acá tenés toda una infraestructura capaz de soportar las exigencias del mercado, exigencias que incluso te proponen un ser humano modelo. Pero si sos capaz de mirar un poco más allá de tu nariz –bajó a la calle para evitar un perro- vas a notar que esos modelos y exigencias no son tan trasladables y universales como parecen. Volvió a subir a la vereda un poco más allá, pues una obra en construcción la obstaculizaba.<br /> Ya casi estaba llegando a su casa; todavía sonriendo, dobló a la izquierda y se internó en la calle Libertad, en la que siempre había un poco más de sombra. O sea, vos creés que en el interior están todos atrasados, que son unos pueblerinos vagos, o qué sé yo. Volvió a doblar (Pero es que tienen otras costumbres) y el sol le dio de lleno en la cara. En el norte se duerme mucho la siesta. Pero es que hace tanto calor, que es imposible trabajar. No es que sean vagos… es que no hay mucho más por hacer. Te morís, te asfixiás. Cruzó. ¿Alguna vez fuiste al norte?<br /> Había llegado. Se guareció a la sombra del alero del edificio y sacó las llaves. Lo mismo pasa en el sur. Cuando estaba abriendo, llegó la vecina del piso, así que sostuvo la puerta para que entrara. Buen día, cómo le va. Como tienen otros horarios, y otro clima, no podés ponerles los mismos horarios que acá. Allá, en verano, tienen sol hasta las once de la noche. No, yo tuve un día muy bueno, la verdad. Usted? Así que no podés pretender que trabajen hasta el anochecer. En invierno pasa al revés. Sí, está muy lindo el día, mucho sol… está lindo, sí. Y con la alimentación. Según el clima, cada región debería producir ciertos alimentos autóctonos que no dañan la tierra, se cultivan bien, y además los ayudan a sobrevivir el clima de cada lugar. Adiós, que le vaya bien. Saludos a su marido. Pero como el sistema quiere soja (volvió a sacar la llave para abrir la puerta de su departamento), se siembra soja. Y eso arruina la tierra y desabastece el mercado local porque se exporta. Después de varios intentos, abrió la puerta. Iba atener que cambiar la cerradura pronto.<br /> Había estado buenísima la conversación. Pero vos, Kyosins, vivís en una burbuja, así que pensás que todo el sistema está bien, y lo que está mal son las personas que no se adaptan a él. Sobre la mesa estaban los anteojos de sol que Nùël se había olvidado el fin de semana. Y contribuís a ese sistema, lo alimentás, porque estás convencido (se puso los anteojos y todo se oscureció de pronto) que es el progreso, la forma de vida del nuevo milenio, y no una opción. Corrió al baño a mirarse en el espejo. En ese punto, Kyosins había levantado la voz para protestar, pero él había pedido por favor que lo dejara hablar hasta el final. Al ver su imagen, se puso repentinamente serio (Incluso en esta ciudad, donde todo parece tan adecuado, lo que hacemos es forzar las costumbres); se veía muy bien. Sinó, las chicas no se andarían quejando de que les duelen los pies con esos zapatos, y nosotros dejaríamos de comer turrones y cosas con muchas calorías en Navidad. Me tendría que comprar unos anteojos así. Y dejaríamos directamente de comprar pinos. Ensayó una expresión, y salió del baño. Prendió la computadora.<br /> Ahí, Kyosins había dicho que esas costumbres no tenían nada que ver con el sistema, sino que la gente compraba porque era estúpida. Error. Prendió la web cam para sacarse una foto. Compramos todo lo que el sistema ofrece, porque la superestructura que se asienta sobre el sistema económico así lo requiere. Sacó varias, y eligió la que más se parecía a la expresión del espejo. Podemos elegir no comprar ésa marca de ropa, o no comprar pochoclo en el cine, pero seguimos tomando Coca, yendo al cine, comprando otras marcas de ropa que, al fin de cuentas, emulan a las primeras, y así. Puso la foto en el avatar del Messenger y se conectó. Es todo parte de un mismo sistema, y si no estás luchando contra él, es porque lo avalás, y entonces vas a tener que sufrir las consecuencias de eso. Quiere decir que no te podés quejar. Si te cagan, si te enfermás de cáncer por estrés, si te ponés obeso por las cosas que comés… no te quejes. Es parte de lo mismo.<br />Terminó triunfante, y abrió una ventana para Nùël.<br />Everyone’s gonna lose dice:<br />Viste la foto? Tengo tus lentes.<br />Everyone’s gonna lose dice:<br />Me quedan re bien. Me los regalás?<br /><br /><br />(18/1/07)María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-954952341016051082007-01-02T20:45:00.000-08:002007-01-05T06:43:26.396-08:00Algunas consecuencias de la muerte de Franco<p class="MsoNormal"><span style="font-size:0;"><span style="font-size:0;"></span></span>Lo más extraño de todo no había sido Franco, ni sus silencios, ni la forma estruendosa en que pasó a formar parte de nuestras vidas. Lo más extraño era que había muerto.<?xml:namespace prefix = o /><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">No podría decir cómo –si estamos hablando de lo mismo, nadie podría decirlo- se las arregló para forjarse un destino feroz en un segundo de distracción. O para forjarlo, mejor dicho, a su familia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">¿Podemos, siquiera, culparlo? Él ni siquiera conducía. ¿Habrá hecho un movimiento, un gesto, habrá al menos construido con sus manos al golpe que lo mató, que nos mató a todos, al fin de cuentas? Si al menos el otro chico despertara y pudiéramos preguntarle, pero ni siquiera, acaso morirá pronto, o se refugiará cobardemente en sus propios infiernos de culpa y horror. Nos gustaría, al menos, hablar con Franco y culparlo, decirle imbécil, cómo te vas a morir, cómo vas a estar muerto, con la falta que nos hacés a todos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal">No se lo dijimos antes porque no estaba, Franco apenas existía, leve entre sus éxitos de poca monta y sus deseos, mudos para los que seguiríamos después que él. Qué extraño era Franco, un nombre entre la penumbra, un rostro apático tras las mesas navideñas. Un Franco de una vez al año, de olvidarse hasta volver a verlo, de no pensar nunca que estuviera lo suficientemente vivo como para morirse.</p><p class="MsoNormal">Pero aparentemente las figuras que se asemejan tienden a morir de manera similar. Entre el chico del tren y Franco no había tanta diferencia. Sus rostros se confunden para quienes sólo saben sus nombres. Franco, Nicolás. Los dos, o uno solo, se murieron con todavía las palabras entre los dientes, en la garganta, en el estómago que duele todo el tiempo. Dejaron de tomar café y de vestirse; nos recuerdan, a su manera, que tendríamos que haberlos querido un poco más, tan callados, tan dulces en su distancia infinita.</p><p class="MsoNormal">Tal vez ya sabían que iban a morirse. Por eso fueron alejándose levemente, sonriendo sin hablar, o hablando sin sonreír. Como para que la vida no se detuviera tan de repente como sus cuerpos, tan violentamente que los padres no pueden ver el rostro, no pueden...</p><p class="MsoNormal">Qué extraño que es Franco. A veces me acuerdo de él y pienso, ah, él sabía mucho sobre computadoras, tal vez podría ayudarme en... y recuerdo que está muerto, qué extraño, cómo va a estar muerto si todo sigue igual, si sigue no estando como todos los otros días. Y otras veces, entre un mar de recuerdos, emerge la voz que dice, vuelve a decir, inteligentísimo el pendejo, y yo pienso una vez más que tendría que hablar con él, que al fin y al cabo somos familia, que tiene ojos para mirar mucho. Pero me acuerdo de vuelta, vuelvo y digo ¿cómo? es muy extraño, no puede haberse muerto, así, sin que nos quebráramos todos como migajas. </p><p class="MsoNormal">Y acaso lo hicimos, pero no nos veo claramente, dónde están las lágrimas y los gritos espantosos que nacieron en mí desde la sangre que duele. O sólo son los ojos bajos, las voces opacas, los titubeos de no sé si decir te quiero o decir lo siento. Qué extraños nos hace sentir Franco, que al fin de cuentas estaba vivo, un poco al menos, y en la única curva que amenaza se estrella, se desfigura, se va para siempre. Si supiéramos qué hizo, un movimiento repentino, o si se suicidó con un chiste, una canción, una última plegaria. O el silencio de siempre, el mismo con que nos pintó las caras de blanco, el mismo en que se escondía para que no lloráramos cuando se fuera.</p><p class="MsoNormal">Pero se fue, qué podemos hacer sino agitarnos entre estas palabras, rezarlo o aprender a rezar, no sé. Franco, qué extraño, cómo seguimos ahora, cómo entenderte muerto, distinto: silencio más allá del silencio.</p>María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-1162317826777382392006-10-31T10:03:00.000-08:002006-10-31T10:03:46.786-08:00Cucarachasalgo camina detrás de Míielè.<br />podríamos adelantarnos y decir que aquello que la persigue es un acto, pero qué sentido tendría empezar así.<br />antes que eso, deberíamos explicar en qué modo cada acto es infinito, simultáneo al devenir inánime del resto del yo. mas la misma Miíelè no lo comprende todavía, ni es capaz de creerlo, así que mejor dejarlos de igual a ella. caminemos un segundo todos juntos.<br />algo viene y se apura detrás de Míielè. ella no sabe; inmersa en la impronunciable red de sí misma, camina como si esperara de un momento a otro saltar y huir así de las veredas.<br />y acaso sucedería si realmente estuviese caminando, o entendiera mínimamente la relación entre las cosas que la componen. pero no entiende nada, todos la hemos escuchado quejarse, ella sólo camina y se cree sola.<br />ahora, el sitio está plagado de ojos. la suma de todas las miradas (como ocurre usualmente) abarca por completo el espacio que ella ocupa, y las posibilidades inmediatas de movimiento que enumeraría la física tradicional.<br />y uno que pasa (¡uno!) le incomoda de pronto, y hace que se vuelva para ver.<br />detrás, el ejército de cucarachas no deja de observarla con hambre enfermo.<br />ustedes dirán: pero cómo, si lo que la perseguía era un acto. pues sí, lo era, pero ya es demasiado tarde para acordarse, porque las cucarachas se lo han comido. apenas queda un espectro multiforme y las migajas por el suelo.<br />preocupémonos ahora por la mínima distancia que separa el imaginario propio de Míielè del ejército de cucarachas. en apariencia, nada ha cambiado, cuando en realidad ellas avanzan mucho más rápido que Míielè (quien ahora se ha detenido) y en cualquier momento se lanzarán sobre ella.<br />aquí, esta metáfora ubicada en un universo metasimbólico se acaba, porque no es prudente para ciertos estómagos decir más, y por súbita carencia de ganas.<br />sólo debemos agregar algunos datos, que ayuden a comprender la dinámica de la situación: las cucarachas no saben que Míielè las está viendo, y de hecho ella decide seguir en la misma posición, ignorarlas hasta que se aburran. no obstante, y aunque esto no convenga decirlo así de crudamente, el acto devorado era parte constitutiva de ella, lo que a la larga probablemente acarreará consecuencias un poco más graves que una mísera muerte parcial.<br />ah, y... las cucarachas. tienen nombres, pero no los voy a decir. no vienen al caso.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-1161871375446054742006-10-26T07:01:00.000-07:002006-10-26T07:02:55.460-07:00SonataSe abre el telón.<br /> El público, que seguramente está sentado sobre butacas rojas y señoriales, pero que permanece en el más oscuro anonimato ya que las luces lo encandilan todo, aplaude un poco. Esperan algo.<br /> No es que aplaudan por cortesía, o por emoción. Es más bien el resultado de cierto automatismo en el orden de los hechos: murmullo general, aplausos, silencio momentáneo y música. Pagaron por eso; no debería suceder de otro modo.<br /> Pero de hecho el momento tres se alarga demasiado. Los segundos corren sin apuro, mientras el público acrecienta su expectación. No van a ponerse a patear el piso o a silbar: pagaron, y eso debería ser suficiente para que la banda empiece. <br /> Como no hay otra opción, no queda más remedio que esperarla. Nadie sabe bien qué hacer. Se revuelven en sus asientos, fruncen el ceño, estornudan, comen pastillitas de menta. Y como no pasa nada, se vuelven para ver quién se sentó atrás, se paran para acomodarse el pantalón, se ponen el saco o se lo quitan. Pero el momento inviolable del silencio persiste.<br /> Y la banda está ahí, delante de todos. No es que se haya ido, sólo que nadie quiera creerlo. Está donde dice el folleto que tiene que estar, con sus instrumentos brillando, el director mirando al otro lado, y las mujeres estiradas que tocan el violín. Pero no empiezan.<br /> Un señor en la tercera fila ya se aflojó la corbata. Su yerno, aburrido, optó por aprovechar la oscuridad para tocar las piernas de su novia. Más para el fondo alguien tose (infaltable) y se expanden los suspiros de impaciencia, que pronto son acallados por un sonoro chistido.<br /> Los músicos permanecen impasibles. Los brazos en posición (los codos levantados), el rostro en alto y la mirada fija en las partituras. No están ni parecen embalsamados. Se mueven, respiran y todo eso, pero siempre manteniendo cierto porte elegante que los hace más músicos que el resto del tiempo. Por el rabillo del ojo espían al director, cuyos movimientos son casi imperceptibles.<br /> El pasillo lateral está alfombrado de negro. Pisando el alfombrado (y con ciertas intenciones de caminar) se halla un Angélago azulino, que se mueve por convulsiones, y que más o menos avanza. Nadie lo ve porque no está en el programa y porque, por supuesto, no pagaron por verlo y no tiene nada que hacer allí. No se enteran, por ejemplo, si lo que vomitó casi llegando a la escalinata del escenario es un ala o un bosque, o si lleva los ojos bajo o el cabello, o siquiera si tiene ojos. No está en el programa.<br /> En la primera fila hay una dama muy fina que viste (por supuesto) de marrón, y que tiene un collar de piedra muy llamativo. De eso se ocupan las otras cinco damas que tienen la misma fila, y que no saben qué hacer para no aburrirse, porque no le gusta el músico del trombón. Si les gustase el músico del trombón (como a Mariné) podrían mirarlo hasta hartarse e incluso hacerle caras, sin sospechar que el músico en cuestión puede verla, ya que tiene una visión suprema, y que el resto de sus vidas (si es que existe un resto de sus vidas después de eso) la va a acosar sin descanso.<br /> El niño de diez años más malcriado del lugar, se complace en suspirar sonoramente sólo para oír el chistido irritado que lo acalla cada vez. Por otra parte, en la cuarta fila, en el asiento número siete contando de derecha a izquierda desde el pasillo central, hay un hombre que tiene un bigote chistoso. Y le encanta tener un bigote así (en eso piensa mientras las personas de los asientos contiguos revuelven entre sus bolsillos buscando un pañuelo o un papelito cuyo tacto los ocupe unos segundos.<br /> Hay una sola mujer (con vestido, de más está decir) que no ha dejado de prestar atención al escenario, y que espera con fe inconmovible a que el espectáculo empiece. Las demás se distraen fácilmente; es obvio que no son muy asiduas concurrentes de conciertos.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-1158417343722931342006-09-16T07:35:00.000-07:002006-09-21T12:30:17.606-07:00AveSu brazo extendido hacia arriba, el cielorraso descascarado, las manchas de humedad que lo cubren todo (y una en especial, que se parece a un animal fantástico).<br /> Esto es todo lo que ve desde allí.<br /> Más específicamente: el pulóver rojo con pelotitas, las manos pálidas que revelan lo azul de las venas, el revoque caído sobre el ventilador.<br /> Y no se mueve para ver más.<br /> Ahora, una curva suave, azul profundo. Una forma que cae y termina en punta. Y vuelve a caer, quiere parecerse a un ala.<br /> Eva dibuja. Desde donde está puede ver su dedo índice hacer los trazos.<br /> Y al final del ala, todo se vuelve improlijo. Las líneas, que parecen plumas, que parecen cabellos azul profundo.<br /> Hace mucho tiempo que mira sólo esto, y no se mueve. Muchas horas.<br /> Los dedos corren. Quieren hacer otras alas, o una cabeza de ave. Pero tiene que ser rápido, porque los ojos se olvidan de los trazos. El blanco híbrido del cielorraso los borra enseguida.<br /> No quiere cerrar los ojos. Eva está fija e inmóvil, mirando lo que dibuja en el techo.<br /> Cuando el azul casi se siente pájaro, se despega un poco. Se contornea lánguidamente. Pero falta un poco; las manos no se deciden.<br /> El cuerpo permanece en su lugar, aunque ella se da vuelta. Pronto Eva se acaba, ya no quiere ser Eva. <br /> Los ojos. Parece que nunca terminara de dibujar los ojos. Azul ultramar, azul profundo. Sólo son dos puntos, y casi pozos de agua. El pájaro se sacude el cielorraso que quiere devorarlo.<br /> Y entonces ella lo logra. Eva se da vuelta, se vuelve ave. Se vuelve sus propias alas de azul profundo.<br /> Ya no ve su propio brazo, el pulóver rojo con las pelotitas. Ahora se despega del techo; ella es toda azul, toda de tinta y de horas quietas. Se despega y aletea, despliega majestuosa su cuerpo, plumas y agua, cabellos azules.<br /> La ventana no está abierta, pero ella sale igual, porque ya no es Eva, es ave. Y océano que se borra.<br /> Por eso ellos abren la puerta y ven el cuerpo (la ven a Eva), pero no está, se fue por la ventana. Quedan retazos azules en el techo, y nadie los nota. Sólo gritan, la miran a Eva, que ya no es nadie, que está vacía; gritan y lloran, y no saben que se fue por la ventana.<br /><br /><br /><br />(15/9. Viejo proyecto consumado)María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-1158417289247131432006-09-16T07:34:00.000-07:002006-09-16T07:34:49.250-07:00Todas Las VidasPero todos esos pensamientos (la casa de Sonia y su patio, que se parecía al sueño de anoche, una melodía imprecisa que acaso sonaba en la distancia, el gesto mudo que había visto en los ojos de Sonia, y que podía significar tantas cosas...) fueron interrumpidos por una sensación fugaz: alguien lo acechaba.<br /> Pronto tomaron sentido los sucesos acaecidos días anteriores: las marcas, el sueño. O acaso sucedían entonces, simultáneos, al igual que el sueño, los ojos, la canción. <br /> Se detuvo, sobrecogido.<br /> No recordó esa frase que le había dicho Sonia, recostada en el patio: “Sólo cuando sueño comprendo en qué medida la acción crucial no puede dejar de repetirse infinitamente, como si fuese lo único capaz de acaecer”. Tal vez no la había oído, o sólo la había olvidado para poder desencadenar todo.<br /> De todos modos ¿Qué podía hacer? Se acercaba. Y ¿cómo había de protestar contra una noción así, que lo tomaba por asalto? No podía luchar. No pensó en si podía luchar, pero igual no podía, así que habría sido lo mismo.<br /> Pensó, en cambio (sin darse cuenta): Sonia, el sueño, la canción, los ojos, el patio. Detrás de sí, alguien se acercaba. Pero de nuevo estaban ahí el patio y Sonia y sus ojos, y un algo fuerte o una canción que lo molestaban. Que lo perseguían. No podía dejar de pensarlos.<br /> Vino la muerte tan rápido que al despertar sólo pudo recordar la sombra y los pasos. Algo, sin embargo, sucedió entre medio, o había sucedido (acaso en el sueño): las tres puñaladas enérgicas y el cuerpo caliente entre sus brazos. El gesto en los ojos de ella. La sangre y le manchaba las manos; que era de él, que era de Sonia, que era de él... Y mientras sangraba, olvidaba, y es por eso que no pudo recordar lo que había soñado.<br /> Pero al despertar algo quedaba: la sombra, los pasos. No ya el patio, los ojos, la canción; eso se había perdido la vez anterior.<br /> Algunas veces sintió pasos tras de sí y creyó recordar que algo había sucedido. Pero nada más supo. Al otro lado de la ciudad, sin embargo, alguien había llorado un cuerpo muerto así: tres puñaladas y en el patio.<br /> O no. Tal vez simplemente se levantó y fue ése el día en que mató a Sonia. Entonces lo otro había sido un sueño; el que tuvo Sonia ese último día, el único acaso.<br /><br /><br /><br />(jueves 10)María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-1158417233073156662006-09-16T07:33:00.000-07:002006-09-16T07:33:53.076-07:00SeptiembreY sucedió que miles de manos lo habían matado en Septiembre.<br /> Todos sabemos cómo se mata un ser humano. Es harto fácil en realidad; mueren de frío y de tristeza. Mueren quemados, asfixiados, ahogados, desangrados, cercenados. Mueren por error, por disfunción, por casualidad, por exceso, por defecto. Mueren por siempre. <br /> Lo difícil de veras es encerrarlos en un cuerpo. O lo era hasta hacía un tiempo. <br /> Algunos recordaban épocas difíciles, en que los humanos, de algún modo, habían encontrado la manera de concentrar a Qô en una entidad no-corporal, y hubo que inventar nuevos métodos para ubicarlos y tratar de matarlos otra vez. Porque, claro, cuando escondían a Qô fuera del cuerpo, era imposible terminar con él.<br /> Lo extraño del asunto era que, cuando ya parecía evidente que nada más se podía hacer y que los humanos habían vencido, sus defensas comenzaron a flaquear. Volvieron a aparecer; se dejaban morir así nomás.<br /> Comprendieron entonces que estos seres no habían encontrado el modo de salvar a Qô por haber conocido –o adivinado- la verdad sobre su existencia, sino que una conjunción de grandes ideas para lograr otras cosas, terminó por convertirse en aquel maravilloso fenómeno. Era evidente que esa raza había escondido desde su génesis una capacidad insospechada, que a menudo se representaba de modos distintos. Su Qô, que originalmente habían creído coincidente con el cuerpo, se escurría, se escondía en distintos sitios, salvando así de la muerte una parte de la existencia. Algunos incluso perfeccionaron esta técnica hasta hacer de lo físico un fenómeno insustancial.<br /> Pero (las miles de manos no podían precisar por qué) su resistencia comenzó a flaquear.<br /> Los primeros casos fueron aislados; mas pronto el fenómeno comenzó a extenderse a velocidad creciente, como si se contagiara. Observaciones más precisas dieron cuenta, sin embargo, de cambios bruscos en el posicionamiento de Qô: ante experiencias inusualmente intensas, cambiaba del cuerpo al escondite, o viceversa. <br /> Los humanos nunca habían tenido un comportamiento homogéneo por excelencia, pero estos cambios tan radicales tomaron por sorpresa a todos. A medida que avanzaba el tiempo, los resultados iban ramificándose más cada vez, haciendo casi imposible catalogar la posición de Qô por grupos: era impredecible. <br /> Sin embargo, había niveles en que se concentraban resultados ciertamente positivos. No podían precisar por qué, pero las vidas que se desarrollaban en estos niveles se limitaban a permanecer en los cuerpos. Las excepciones eran escasas.<br /> En uno de estos niveles (llamado Septiembre), enviaron a Qô(m) a morir. Lo mataron.<br /><br /><br /> Todos sabemos cómo se mata un ser humano. La parte difícil es encerrarlo en un cuerpo; lo demás se hace solo. A la existencia última enviaron al todavía joven Qô(m), al destinarle un Cuerpo Septiembre.<br /> Miles de manos lo habían enviado allí. Era un cachorro aún, de modo que no fue difícil atraparlo; pero su impulso de energía era tan intenso, que hubieron de inflingirle algunas marcas antes de encerrarlo. Esto representó un problema, pues resultó de ello un cuerpo con tenues traumas surgidos de un más-allá que no podía brotar en un nombre. No en Septiembre, al menos.<br /> Todos entendemos que vulnerar un ente activa sus defensas. Por esto mismo, el individuo en cuestión creció con una dicotomía de naturalezas: por un lado, su cuerpo Septiembre cuya única posibilidad era morir. Por el otro, Qô con natural tendencia a huir, a trasladarse hasta el Escondite, aquel lugar donde las miles de manos no podrían alcanzarlo. Y hay que ver cómo se enojaron; pues aunque eran eternas, el trato con humanos las habían hecho aprender la impaciencia (aunque esto jamás lo aceptaron). Ellos mismos le habían dado la posibilidad de escaparse.<br /><br /><br /> Qô(m)Septiembre era un tipo raro. Allí, en su hábitat primaveral, no crecían esperanzas; sólo flores. La gente no creía que estuviese bien tener miedo, ni comer con Amor, ni todas esas cosas que hacen que un cuerpo aprenda a esconder a Qô. Por eso era muy difícil comprender para todos de dónde sacaba él esas ideas de saltar del techo o mirar la luna.<br /> Ciertamente, él tampoco comprendía. Pero eran los únicos modos de huir de aquella angustia latente que se escondía en sus sueños más oscuros. De cachorro quiso aprender a luchar, sin poder explicar de quién quería protegerse. Otras veces más, se hartó de aquellas cosas extrañas que lo inquietaban, y quiso volverse de piedra, esperar simplemente el momento de morir.<br /> Y las manos, mientras tanto, lo miraban fijamente desde la penumbra. Observaban erizados de desazón cómo Qô se escondía y se revelaba, como luchaba contra su propio cuerpo. SeptiembreQô(m) era ahora su objetivo, y no querían ocuparse de nada más. Sólo verlo agonizar era fascinante.<br /> Empezaron a preocuparse, eso sí, cuando el joven espécimen comenzó a desequilibrar algunos otros individuos análogos. Eran otoños, conflictivos también, pero la victoria estaba casi asegurada en ellos, pues hacía ya un tiempo que Qô se había apegado a sus cuerpos.<br /> Y SeptiembreQô(m) sembró palabras que hicieron temblar sus corazones. Las miles de manos no podían ver; no sabían lo que era un semblante humano. Por eso no entendían cómo el Anhelo del Escondite podía ser transmitido sin nombrarlo. <br /> Las miles de manos (seamos francos) no entendían nada.<br /><br /> Pero al final, las batallas son ganadas por Aquel que Espera. Y Qô(m) había olvidado esperar, había olvidado la paz, mientras lloraba escindido en dos realidades que no comprendía.<br /> Miles de manos lo habían matado en Septiembre. Yo puedo estirar la historia, decir que no sé el final. Diré, al menos, que uno de los otoños puede salvarse todavía. Pero todos podemos ver hacia dónde va esto: otra decepcionante victoria de Ellas, y un triste final que no tengo ganas de contar.<br /> Qô(m) murió. Estaba muerto hacía mucho: desde Septiembre, su primer Septiembre.<br /><br /><br />(terminado en 15/9)<br />Tinta negra.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-34520782.post-1158417194858292782006-09-16T07:30:00.000-07:002006-09-16T07:33:14.866-07:00PreliminarAquí van los cuentos. O casi.<br /> Todos saben, es difícil para mí explicar una idea. Soy complicada, ya sé. Pero igual estampo en la pantallita todos estos papeles mojados de tinta.<br /> Y espero, aguaciente, a que alguien se asome al pozo.María (Letras)http://www.blogger.com/profile/17132932658826304471noreply@blogger.com0